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Channel: Sexología Mieville
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“Yo tenía dos Nancys”

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De cómo amar a mujeres y amarse en el intento.

Ayer fue un bonito día. Lleno de coincidencias y de  encuentros. La  historia que hoy quiero compartir nace de  cenar con una pareja de amigas que emprende un hermoso viaje, van a continuar su amor en París. Una es profesora de danza clásica y contemporánea,  la otra ingeniera. Guapas mujeres que desafían los 40, sueltan amarras, más libres y vuelan ahora ligeras de equipaje.

Entre curiosidad sexológica, personal y que era el día del Orgullo, les pregunté cómo fue su proceso de auto nombrarse como lesbianas. Yo que las veo tan libres y cariñosas en espacios públicos y privados me preguntaba si siempre habría sido así. Tuvieron como regalo de despedida contarme su experiencia.

La ingeniera es hija de familia numerosa de un pueblo levantino.

 “Yo tenía dos Nancys, -cuenta-  se llamaban Ana e Isabel. Y se daban besos y las desnudaba, y luego las escondía. Pero todo muy romántico, se peleaban y hacían las paces. Luego claro, las escondía.  Sabía que era algo raro […]”. Lo último que quería era ser lesbiana. En mi casa mi hermano decía: “prefiero tener un hijo toxicómano que maricón”. Ese era el ambiente. Yo quería tener novio como todas. Y los tuve claro. ¡Uno resulta que es gay perdido! Me lo decían pero yo “que no, que mi novio no es gay”.

 Recuerdo ya como último recurso ir a la iglesia, sentada en el último banco y pedir por favor, que eso no, que yo no quería eso, que quería tener novio.

 Cuando comencé a investigar un poco, en el único lugar de ambiente que había por ahí cerca tenías que tocar en la puerta, como en clave, te miraban por una rendija y luego te dejaban pasar. El tipo de mujeres y el ambiente que había, claro, se te quitaban otra vez todas las ganas de ser lesbiana.”

La miramos con ternura, la profesora sonríe con dulzura, mira atrás y nos dice :“Yo solo sé que lloraba mucho, entre los 14 y los 21 lloraba mucho, y eso que era Madrid […]. Ahora veo chicas de 16 años de la mano, ha cambiado mucho. Aquí en el Medea (discoteca de ambiente) antes también tenías que llamar”

 Estas son historias de vida y hay muchas. En la mayoría de los casos en el trabajo no lo saben. En actos como bodas a veces no invitan a la pareja, en los viajes según dónde hay que medirse. Mujeres y no heterosexuales…  El día a día, sin más, es mucho más violento de lo que nos imaginamos.

 ¿Y el miedo?

En todos y todas el problema era y es no ser heterosexual. ¿Podemos imaginar el dolor de una niña arrodillándose en una iglesia y pidiendo “no quiero sentir lo que siento”? ¿Llorar todos los días de tu adolescencia?

Hoy a Ana e Isabel ya no las guardan. Hoy se besan, se toman de la mano y vuelan.

Feliz viaje chicas.

 

 

 


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