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KIKI. EL AMOR SE HACE… y deshace

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Efectivamente, se hace.

Hemos mercantilizado el sexo. Como hemos dicho en otros artículos, es algo que hay que hacer, consumir y producir. Tener sexo es el resultado o el modo de ver que estamos sanos y tenemos éxitos. Existimos porque somos consumidores y estamos en “la onda”.

Hace poco decíamos en un artículo de Eslang que: “el sexo de ahora, el que se habla, se pide y sale en la tele, es como la talla 36, nadie o muy poca gente entra, nadie está del todo a gusto dentro, pero todo el mundo lo intenta”.

 

1- La ciencia del sexo:

La siguiente cosa que ha pasado con el sexo y con la sexualidad es que se ha vuelto una ciencia. Esto tiene dos o más versiones.

Una de ellas serían los manuales de autoayuda y cursos o videos sobre cómo hacer determinadas prácticas. Es decir, de igual modo que se aprende a deconstruir el coco confitado y a poner pladour en casa, puedes aprender a hacer un 69.  Esto entonces nos hace entender que hay una manera buena y una mala de hacerlo (¿Habrá versiones de Coco con cerca y lejos para estos menesteres?).

La siguiente versión sería la de los estudios de la sexualidad y la “sexología”. Aunque parezca que hago craso favor a nuestro sector, habrá que reflexionar sobre qué hacemos desmenuzando vivencias, sensaciones y genitales. Incluso en antropología se dice que para conocer una cultura tienes que entender su relación con la comida, con la muerte y con la sexualidad.

El hecho que desde las ciencias sociales, humanas y sanitarias se estudie el sexo, la sexualidad, es y ha sido maravilloso por todo lo que hemos aprendido, pero a veces esta vivisección nos aleja de lo más corpóreo. De la inmediata experiencia personal, única y ese punto de “mágico” que a veces esperamos.

Pero qué duda cabe que gracias a estos estudios se han roto creencias represoras, ha desaparecido la idea de la “histeria”, las torturas sexuales y genitales “sanadoras”,  patologizar determinadas prácticas, castraciones “curativas” (cosas que en muchos lugares del mundo siguen ocurriendo), etc.  Si no fuera por estas ciencias y por los movimientos sociales y académicos, la mitad de nosotros y todas nosotras estaríamos en conventos, manicomios o en la cárcel, o con un poco de suerte, excluidas del núcleo social y relegadas al ostracismo.

En esta película (que me ha fascinado y la recomiendo 100%) hay algunos puntos cuestionables. Comenzamos con el terapeuta sexual. Éste pregunta: “¿Cree que hay alguna práctica o técnica que podrían mejorar?” “exploren…”. La respuesta no os la digo porque es maravillosa, pero ¿técnica? ¿exploren? Nos mandan por ahí a probar y a explorar sin saber por dónde empezar, porque claro, “hay que hacer cosas”.

 

2- Los que decimos qué hacemos en la cama y lo que nos pasa de verdad. 

“Porque Madrid parece moderna, pero no es moderna”.

Es recomendable, porque decorada de filias (que muchas ni son filias) poco frecuentes y poco probables sobre todo de tal intensidad,  pero muy divertidas y escénicas,  lo que vale de verdad la pena son las interacciones, los miedos, las preguntas, los juegos, que están maravillosamente retratados. A nivel estético yo me enamoré del color.  Pero creo que es una película sobre las INTERRUPCIONES sexuales, sus atascos y sus intentos de superación. Esa palabra mal dicha en el momento no esperado, ese cambio de postura, ese pensamiento obsesivo, esas invenciones mentales, las inseguridades, etc. El director lo representa de manera magistral.

 

Inciso de Críticas:

La película me ha fascinado. Creo que es buena, muy buena, sí que hay que verla. Pero voy a plantear dos incisos importantes sobre los que me gustaría que reflexionéis. Incisos porque prefiero procrastinar el análisis más profundo para otro espacio:

Crítica- inciso número uno:

Escena un poco a lo “Hable con Ella”, siempre que el sexo no sea consciente por las dos partes es violación. Da igual el amor, el porqué y todo. Si quieren saber el porqué suscribo los comentarios de Alicia Murillo sobre este tema. Ella misma dijo: “una pena, porque la peli es buenísima”.

Crítica-inciso número dos:

La inercia del guión, que sigue el imperativo categórico de que en una relación tiene que haber un hombre, y si hay un trío casi siempre son dos mujeres y un hombre.  Ellas solas no se bastan.

Con todo y con esto,  sigo recomendándola.

 

3- Si se hace… ¿Para qué hablar?

Podríamos despedirnos con este trozo de canción de Mariel Mariel de la banda sonora de la película: “Para encontrar el amor hay que salir a buscar, para cambiar hay que saber cambiar, salirse del vaivén, tomar la carretera, mirar las piedras, cosas pasajeras, tanto trabajo, no me relajo, el intelecto me está matando…”

El amor se hace, el amor y lo que no es el amor.  Y se hace de muchos modos que no tienen que ver con posturas. Hablar del amor para entenderlo, hablar el amor para hacerlo crecer, pero es el cuerpo y la sangre quienes tienen que entenderlo. Cosas terribles les decimos a los cuerpos y a los sexos.

El amor se hace en la piel, en la mente, en el recuerdo, en otras pieles, en otras mentes, en otros recuerdos. Demasiado en la cama, demasiado poco en cualquier lugar. En las palabras, en las dichas y en las calladas. Cómo me acerco, cómo no me acerco, cómo toco, cómo me hablo o te hablo. Qué pensamiento aparto y con cuáles engancho, qué miedos alimento y qué odios fomento. Qué abrazos cobro y cuáles regalo. Cuándo me vendo, cuándo te abuso. A qué parte de mi corazón doy uso.

El amor como el desamor. Porque el desamor también se hace.


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